“Apúntese a la luna. Aunque no acierte, caerá entre las estrellas”,
dice Les Brown, antiguo diputado estatal y hoy popular orador motivacional.
“Un gran hombre es un hombrecito que no se dio por vencido”, afirma
por su parte Stanley Kresge, eminente filántropo de Detroit.
El uno recomienda apuntar
alto; el otro, persistir y ambos principios son básicos para saber cómo hacer
que las cosas marchen mejor.
Cuando las cosas no le estén
saliendo bien, pregúntese si está pensando en cosas buenas o malas. Es un hecho
bien comprobado que existe una fuerte tendencia a que las manifestaciones
externas correspondan a los patrones internos de pensamiento. Los pensamientos
viven y producen influencia vibratoria.
Salir del Negativismo
enfermizo y del menosprecio de sí mismo no se logra rápida ni fácilmente; pero
una vez que la persona quiera cambiar, se trace un plan y lo siga con
sinceridad, obtendrá los resultados que desea. Las cosas irán mejor porque la
persona se está volviendo mejor.
Cuando las cosas no vayan
bien para usted, y esté buscando la manera de mejorarlas, hay otro
procedimiento que le recomiendo estudiar: Inicie y siga practicando la
sorprendente ley de la oferta, que hará milagros en su vida.
La ley de la oferta es uno
de los mayores secretos de éxito de cuantos yo he descubierto.
¿Qué es la ley de la oferta?
Es la operación del principio de la abundancia a que se refirió Jesucristo
cuando dijo: “Yo vine para que tengan
vida y para que la tengan en abundancia” (S. Juan 10:10). Se expresa
también en S. Lucas 17:21: “El reino de
Dios dentro de vosotros está”, que es una referencia a todos los grandes
valores y bendiciones de la vida: esperanza, salud, amor, alegría y todas las cosas
buenas que nos dio el Creador. De acuerdo con la ley de la oferta, a usted lo
busca su propio bien, y seguirá llegándole en abundancia siempre que usted no
ataje el flujo con pensamientos y acciones negativas.
Cuando usted se hace
verdaderamente creyente y es positivo y comunicativo en su fe, pensando lo
mejor, ha-ciendo lo mejor, y siendo lo mejor que pueda, empieza a operar la ley
de la oferta generosa.
Mientras hablaba, yo recordé
esta significativa referencia a la ley de la oferta en Malaquías 3:10.
“Llevad todos los diezmos al tesoro para que haya alimento en mi casa;
Y
ponedme así a prueba”,
Dice Jehová de los ejércitos,
“A ver si no os abro las esclusas de los cielos y derramo sobre vosotros
bendiciones sobreabundantemente”.
El significado original de
la palabra abundante era “salido de las
olas”; su bien surge en el pleno flujo de la generosidad divina. Cuando las
cosas no marchen bien y usted trate de
encontrar la solución del problema, le recomiendo que piense bien en esta
manera básica de hacer cambiar la adversidad, la práctica de la ley de la
oferta.
La Biblia, en la cual
tenemos el uso más perfecto del lenguaje para describir las cosas más grandes,
encuentra la dificultad para describir las riquezas que Dios Todopoderoso desea
darnos.
El Creador de todas las
leyes científicas creó también la ley de la oferta para darnos a nosotros
valores maravillosos de su infinita abundancia.
Así, pues parece que cuando
las cosas no marchan bien, es porque no estamos en contacto creativo, y para
hacer que marchen mejor lo único que tenemos que hacer es establecer una conexión
más perfecta con el flujo abundante del bien.
La prosperidad se aparta de
las mentes llenas de dudas. Recuerde que la duda tiende a producir resultados
dudosos. “Dios ordena todas las cosas
para bien que los que lo aman”, nos dice la Biblia (Rom. 8:28)
Recuerde que pensamientos y
palabras de escasez tienden a convertir la escasez en realidad. Recuerde también
la verdad de que pensamientos y palabras de prosperidad lo impulsan a usted en
la dirección de la prosperidad y mayor éxito, porque usted tiende a convertirse
en lo que piensa y afirma, ora y visualiza.
Los principios que se
esbozan en este libro son verdades demostrables, comprobadas por la experiencia
de muchas personas; los que creen en ellos y los han puesto en práctica en
situaciones reales, han hallado que sin duda hacen que las cosas marchen mejor,
mucho mejor.
Thomas A. Edison también
tenía un letrero enmarcado en la pared de su estudio: “Hay una manera mejor de hacer eso. Encuéntrala”. Usted puede hacer
mejor su tarea y hacer que las cosas mejoren todo el tiempo.
Pensando en esto y en los
hombres y mujeres notables a quienes he conocido, que mejoraron su situación mejorándose
a sí mismos, recuerdo siempre el versículo inolvidable del libro de Job: “Si te tornares al Todopoderoso serás
edificado” (22:23).
Toda situación externa es
reflejo de la condición interna. Cambie usted por dentro, hágase una persona
distinta, un hombre nuevo o una mujer nueva, y podrá afrontar y mejorar
cualquier situación. Y esto es un hecho, un hecho grande y cierto.